sábado, 14 de febrero de 2015

FIELES A LA CITA ANUAL COMIENZAN LOS CARNAVALES EN LA REGIÓN MURCIANA


                  Las fiestas de carnaval traen su habitual recorrido por las ciudades de la Región de Murcia para regocijo y jolgorio de sus participantes y entretenimiento de los que, aún sin participar activamente en la fiesta, lo siguen desde las calles.
                Fama han cogido los tradicionales carnavales en Águilas, Cabezo de Torres y Beniaján, siendo un gran atractivo en estas poblaciones los desfiles, pregones y bailes de carnaval que congregan a multitud de pueblos vecinos para asistir al desarrollo de esta peculiar fiesta.
                En estas poblaciones se suelen organizar las actividades carnavalescas por parte de las diferentes comparsas o agrupaciones de carnaval que llevan el peso de la producción y ejecución de las actividades festivas para las que laboran y se preparan con la necesaria antelación para que los diferentes grupos festivos se encuentren a punto en las fechas indicadas.
                De esta forma el carnaval ha tomado cuerpo en nuestra sociedad, recogiendo la costumbre pagana de celebrar una fiesta permisiva, de cierto descontrol, lo que era favorecido por el anonimato del uso de la máscara que ocultando el rostro de los participantes, propiciaba todo tipo de bromas y excesos que en condiciones ordinarias no serían admisibles en un entorno social corriente.  Su origen parece encontrarse en las fiestas al dios pagano baco, como también en las saturnales y lupercales romanas, que se fueron extendiendo por Europa y posteriormente los portugueses llevaron a Sudamérica, habiendo arraigado con notable éxito en países como Brasil, con sus famosos carnavales de Río de Janeiro, donde la estética carnavalesca evolucionó del prototipo de máscaras propio de los carnavales venecianos hacia una estética afroamericana con danzas rítmicas y exhibición erótica.

                Este último modelo brasileño ha sido el que ha alcanzado también las costumbres hispanas, de forma que en nuestros desfiles nos encontramos entre la estética italiana cada vez más escasa, por haberse ido tornando en una mayor adopción, por las diferentes comparsas carnavalesca de la estética brasileña de poca tela, mucha pluma y lentejuelas que exhiben las bellezas de la tierra, entre danzas y músicas que acompañan a los grupos en su alegre desfile por las calles de las poblaciones respectivas, en lo que supone una fusión carnavalesca de alegría y participación entre las comparsas y el público asistente a los mismos. Todo ello, en una sociedad especialmente influenciada por el hecho religioso cristiano, se llevaba a cabo antes de sumirse en el tiempo litúrgico de cuaresma, penitencial por antonomasia, que por tal se entendía de abstinencia y austeridad.


                Algo que en nuestra tierra murciana, tras la Cuaresma y Semana Santa, acabará en una peculiar forma carnavalesca autóctona, que es conocida por el “Entierro de la Sardina”, en clara alusión a la prescripción cuaresmal de no consumir carne, para volver a recobrar la alegría y la permisividad de un nuevo tiempo primaveral que también lleva claras alusiones a fiestas paganas romanas, pero esto ya es otra cuestión, de ese tiempo.

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