Las tradicionales fiestas murcianas de
primavera, que han tenido lugar a lo largo de esta semana de pascua, con la
celebración del Bando de la Huerta, la Batalla de Flores, y el Testamento de la Sardina, concluyen este
sábado con el Entierro de la Sardina que cierra el ciclo festivo de la Semana
de Fiestas de Primavera en Murcia.
Así,
mientras el Bando de la Huerta fue un desfile a la tradicional usanza huertana,
con trajes, utensilios y forma de vida
huertana dentro del ámbito rural próximo a la capital del Segura que
conforma el Valle del Río que atraviesa la ciudad y en el que se extiende un
vergel que tradicionalmente ha constituido la huerta de Murcia, aunque esta se
encuentra aminorada por el crecimiento de la construcción en su ámbito, por el
ensanche de los casos urbanos que la circundan –especialmente el de la
capital-, y sobre todo por la minoración de la producción agraria que antes
constituía el sostén económico familiar de un amplio sector social murciano, en
tanto que en la actualidad, ha perdido peso económico en la vida murciana.
Por
otro lado, la Batalla de las Flores conllevó una bella cabalgata con desfile de
bandas de música y exhibición de carrozas engalanadas con motivos florales,
propios de la estación primaveral, que atrajo una numerosa concurrencia de
público.
Seguidamente
el Testamento de la Sardina ha llevado el habitual desfile de los grupos
sardineros a pié con sus charangas, y grupos de comparsas que les acompañaban,
desde la avenida de Alfonso X de Murcia, pasando por la de Jaime I, Gran Vía y
Martínez Tornel para concluir en la Glorieta de España, en que desde el balcón
del Ayuntamiento murciano se ha dado lectura al satírico testamento de la
Sardina.
Y
finalmente será este sábado cuando el desfile principal de estas fiestas
discurra por las principales calles murcianas con las carrozas de sardineros
repletas de pequeños juguetes que repartirán entre el público expectante,
siendo precedidos por bandas de música, grupos de gigantes y cabezudos,
comparsas carnavalescas y grupos de danzas y majorettes.
Toda
una exhibición de alegría, sonido, colorido de porte levantino –que aunque
tiene alguna analogía fallera: en la quema de la sardina- sin embargo mantiene
ostensibles y notables diferencias que le hacen digno de ser visto.
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